El arte de tapear es una práctica muy extendida en Barcelona. Pulpos, jamón, croquetas… y patatas bravas, las tradicionales bravas de bares y restaurantes, a las que dan forma recetas secretas, que se sirven siempre en su punto y con una salsa especial. Descubramos dónde comer las mejores patatas bravas en la ciudad de Barcelona.
Como nunca llueve a gusto de todos, seguro que hay bares, tanto nuevos como de siempre, que ofrecen excelentes patatas bravas y ni se conocen. Empecemos por un clásico. El local por antonomasia cuando se habla de este manjar lo situamos en la zona alta, en Sarrià, en un bar que triunfa por sus bravas a todas horas. Bar Tomás es lugar de peregrinaje para los que quieren ponerse las botas con sus patatas. Su receta es todo un secreto, y hay quien dice que el éxito se debe a su salsa, que realizan de forma artesanal en el local. Jugosas, tiernas, algo alargadas, en su punto… las raciones de patatas son generosas y uno siempre repite.
El bar es sencillo y modesto, pues no tiene más pretensiones que acoger a gente de diversos lugares para tapear. No es fácil encontrar sitio, por lo que se recomienda ir a primera hora, sentarse, no moverse, degustar y pasar el día en esta zona.
El local por antonomasia cuando se habla de este manjar lo situamos en la zona alta, en Sarrià, en un bar que triunfa por sus bravas a todas horas. Bar Tomás es lugar de peregrinaje para los que quieren ponerse las botas con sus patatas.
No abandonamos las alturas de la ciudad, aunque de Sarrià nos trasladamos a la calle Mandri. Aquí hay bares de diseño y encontramos el Monstesquiu, en el que ofrecen patatas bravas con una fritura excelente. Su salsa recuerda a la famosa Espinaler, aunque no es la misma. También se pueden pedir bravas con un poco de all i oli. En el bar se han apuntado a la hora del vermut, y también suele estar lleno a diferentes horas. Las bravas bien merecen algo de espera.
De las tradicionales a las bravas con estrella Michelín. El restaurante Arola, del chef Sergi Arola, situado en la terraza del famoso Hotel Arts, propone patatas bravas algo diferentes. La receta no es nueva, de hecho, es ya uno de los platos referentes en su cocina. Son en forma redonda, cilíndricas, con corteza y un interior algo más tierno. El chef las remata con una salsa (estilo all i oli) por encima. Las bravas están buenas, algo más caras, y el ambiente magnífico de la terraza de este local de lujo, lo acompaña. Además ahora, todos los domingos, el restaurante Arola propone rescatar la tradición del vermut, con marcas excelentes de bebida y cócteles de autor para acompañar las bravas.
Y de innovación, pero conservando ese sabor que identifica a las auténticas bravas, son las del Roca Bar, de los hermanos Roca, y en el Hotel Omm. Originales son, en forma de gran gofre y las salsas puestas encima. El sabor es algo aceitoso pero pueden destacarse dentro del circuito de bravas barcelonesas.
La Casa de Tapes Cañota, de los Hermanos Iglesias, agrupa un séquito de tapas de toda la vida, con especialidades del mar, sello de los Iglesias. Y, como no, hemos de estar atentos a las bravas, que son fuertemente populares en la ciudad. Aquí las patatas bravas son una especie de fusión de patatas tradicionales al caliu con la salsa de su socio Albert Adrià. Una combinación excelente.
Yendo de bodegas por la ciudad, encontramos una gran cantidad de patatas bravas en distintas raciones que siempre sacian nuestro apetito. En este caso, destacamos bodega Montferry, en el barrio de Sants, donde sus bocadillos están de vicio, y lo que nos interesa, las bravas, también. Están cortadas en forma de patatas fritas, en tamaño grande, y con piel (algo parecido al Tomás). La salsa es de tomate y un poco picante. Precios económicos y buen ambiente.
A la hora de comer patatas bravas hay que ir a lo seguro. Si el Bar Tomás está lleno, entonces elegiremos Senyor Vermut. En el eixample, ofrecen variedad de tapas y unas bravas con un all i oli algo fuerte y salsa brava picante. La cerveza correrá sin parar.
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